Militarismo: Es la abusiva injerencia de las fuerzas armadas, como institución, o de sus miembros individualmente, en la conducción política de un Estado. Es también el sistema de privilegios que, en algunos países, se concede a los elementos militares.”
A fines de 1979, tras años de persecución política y de asedio constante de los escuadrones de la muerte, el ejército y las fuerzas oscuras y extremistas que aún hoy, gobiernan al país, nuestro padre, el Dr. Rafael Cuevas del Cid murió en el exilio en México, El fue, un hombre honesto, un padre amoroso, un académico íntegro al que la gente, aún recuerda como el ‘Rector de la Dignidad’.
Tras su muerte, el asedio del Estado militar no terminó. Parte de su familia, hijas e hijos, su esposa y nietos, sufrimos esa misma persecución: el asesinato, la desaparición forzada, el exilio y la tortura a manos de quienes aún hoy, se niegan a reconocer sus actos criminales y el destino de nuestro hermano detenido-desaparecido en 1984 y el asesinato de su esposa Rosario e hijo el año siguiente.
Fuimos forzados al exilio y obligados a dejar atrás lo más preciado, lo más querido, aquello que por derecho era nuestro. Nuestra cultura, nuestros seres amados, lo conocido y el amor de y por nuestra tierra. No quedó nada, sólo resistir la tristeza y el desarraigo. La búsqueda de la sobrevivencia en nuevos espacios y la continua lucha por nuestros derechos. El éxodo marcó el fin y el principio de dos períodos muy diferentes en nuestras vidas. Por un lado cerramos una parte del ciclo largo de participación y persecución política y por otro, el alejamiento.
Ha pasado ya muchísimo tiempo desde la muerte de papá, y aún así, extrañamos su presencia física, particularmente en los momentos familiares sencillos y cotidianos…las discusiones en la mesa.
Sin embargo, nos reconforta pensar que no vivió (o continuó viviendo) las experiencias desgarradoras que vivimos después de su partida.
"Militarism: The abusive interference of the armed forces as an institution, or its individual members, in the political leadership of a state. It is also the system of privileges that in some countries, is awarded to military personnel".
At the end of 1979, after years of political persecution and constant harassment by death squads, the army and the dark extremist forces that still govern our country Guatemala, our father,
Dr. Rafael Cuevas del Cid, died in exile in Mexico. He was an honest man, a loving father, and an incorruptible academic who, still today, people remember as the 'Chancellor of Dignity'.
After his death, the harassment by the military state did not end. As members of his family, sons and daughters, his wife and grandchildren, we suffered the same persecution: murder, enforced disappearance, exile and torture at the hands of those who, still today, enjoy impunity and refuse to admit to their criminal acts. The most striking of these became the destiny of our brother, Carlos, arrested and disappeared in 1984, and the murder of his wife, Rosario, and their son the following year.
We were forced into exile and to unwillingly leave behind what was rightfully ours, what was most precious and most dear: our loved ones, our culture, the love from and for our country. Nothing was left, just the resistance to sadness and uprooting.
And so began our search for survival in new places, and the continuing struggle to defend our rights. The exodus marked the end of a long cycle of political participation and persecution, and the beginning of estrangement .
A long time has passed since our Dad died, and we still miss his physical presence, particularly in the simple, everyday family moments, the discussions around the dinner table. However, it comforts us to think that he did not have to suffer through the harrowing experiences that we lived following his death.
We also miss our father when we witness that cruel emptiness left in Guatemala stripped, after so many years of war, of its best sons and daughters, those who struggled and died in the pursuit of justice and the defense of a more equal society. Guatemala, our country that, unfortunately, has remained in the bloodied hands of the "winners" of the conflict.
Papá nos hace falta también en ese vacío cruel que vive Guatemala, a la que en tantos años de guerra, despojaron de sus mejores hijos e hijas: Aquellos que se esforzaron y murieron en la búsqueda de la justicia y del bienestar de un pueblo, que ha quedado en las manos ensangrentadas de los “ganadores” del conflicto.
Although it has been more than 30 years since our departure to exile, the "umbilical cord" that links us to the place where we were born has never been broken.
We follow with interest the political developments in Guatemala: we rejoice with its tiny steps 'forward'; we grieve at its big steps 'backwards'.
That was why, in time, our hearts fell back into dark places when a military man, the now ex-President Otto Perez, took 'control' of the country in 2011. How was it possible that in a country like ours, the military had again invaded the political landscape?
On the other hand, with the 'unveiling' of the crimes committed by him and his 'colleagues', and their recent incarceration, we've been given renewed hope.
There is no doubt that this year, Guatemala has lived some very special moments, where we've witnessed the birth of arduous and necessary discussions and debates as to the kind of change that Guatemala requires.
Although according to social indicators Guatemala continues to be a country where the majority remain in poverty, those of us who lived the horrific years of war can distinguish changes, perhaps too small for our dreams, but real changes arising from new and different social movements.
What is significant, however, and according to a study by the UNDP in 2012, 70% of Guatemala's population, those who are suffering directly from the situation of national political corruption and economic collapse, are 30 years of age or younger.
It is likely then, that many of those who are now preparing to elect new 'rulers' have not lived the nightmares of the years of the dirty war.
And yet, there are those of us, both of the older and younger generations, who are alert to, and astonished by the re-emergence of the military presence in groups aspiring to political power. It is no joke the men behind the candidacy of 'comedian' Jimmy Morales.
In a sincere desire to contribute to the debates which seek to 'help history progress by better roads', we publish below an intimate 'family account' which addresses the character of those who would seek to re-establish their power over our national destiny.
In 1984, four months before the 'Security Forces’ of the State and the army kidnapped my brother Carlos, my mother, and her two youngest daughters, hurriedly left Guatemala for Costa Rica. With one suitcase in hand, we closed the door of our house, leaving behind most of the family’s material history. During the following months, the house was looted of everything the forces of 'military intelligence' thought was of relative 'value'. What was left behind, and has survived to this day, were some of our library of books, and a box containing some old handwritten notes and a few family photos.
For us, the 'survival' of these notes is special, allowing us to look back at our history and to reflect. Stained by time, these loose-leaf notes had been written by my father during the years when he was Chancellor of the National University of San Carlos of Guatemala, between 1970 and 1974.
Amongst these, we share here a ‘note’ that my father wrote about his experiences during the military government of General Carlos Arana Osorio.
A pesar de que han pasado ya más de 30 años de nuestra partida, el ‘cordón umbilical’ que nos vincula con el lugar donde nacimos nunca se ha roto.
Seguimos con interés los acontecimientos políticos en Guatemala: nos regocijamos con los diminutos pasos ‘hacia adelante’, nos entristecemos con los grandes pasos ‘hacia atrás’.
Fue por eso que, en su momento, nuestros corazones descendieron de nuevo a lugares oscuros cuando un militar, el ahora ex-presidente Otto Pérez, tomó el ‘control’ del país en el 2011.
¿Como era posible que en un país como el nuestro, un militar invadiera de nuevo el paisaje político?
En acción inversa, la ‘develación’ de los crímenes cometidos por él y sus ‘colaboradores’ y su reciente encarcelación, nos ha traído renovada esperanza.
No hay duda que éste año, Guatemala ha vivido momentos singulares.
Las discusiones acerca del tipo de cambio que necesita el país son arduas y necesarias.
A la vez, y a pesar de que los indicadores sociales continúan siendo los de un país en el que la mayoría vive en la pobreza, aquellos que vivimos los años horrorosos de la guerra, podemos distinguir cambios, quizá demasiado pequeños para nuestros sueños, pero cambios que surgen de movimientos diversos y nuevos.
Según un estudio del PNUD en el 2012, el 70% de la población en Guatemala es joven y sufre directamente la situación de colapso nacional. Es muy probable entonces que muchos de los que ahora se aprestan a elegir a los nuevos ‘gobernantes’ no hayan vivido las pesadillas de los años de la Guerra sucia.
Por otro lado, hay quienes, (de la vieja y nueva generación), seguimos viendo con estupor la posibilidad de la continuación de la presencia militar en grupos que aspiran de nuevo al poder. No son ninguna ‘broma’ los hombres que están detrás de la candidatura del 'cómico' Jimmy Morales. ¿Cómo es posible que esto pueda suceder?
En un afán sincero de contribuir a que la historia avance por mejores caminos, compartimos aquí un ‘retazo íntimo’ de nuestra experiencia familiar que muestra el carácter de aquellos que tratan de restablecer hoy su poder sobre nuestro destino nacional.
En 1984, cuatro meses antes de que las ‘fuerzas de seguridad’ del Estado y el ejército secuestraran a nuestro hermano Carlos, nuestra madre y sus dos hijas más jóvenes salieron apresuradamente de Guatemala rumbo a Costa Rica.
Con una sola maleta en la mano, cerraron la puerta de nuestra casa dejando allí la mayor parte de la historia material familiar. Durante los meses siguientes, la casa fue saqueada por el ejército de todo aquello de relativo ‘valor’. Lo que quedó atrás y lo que sobrevivió hasta hoy en día fueron los libros de la biblioteca familiar, fotos y una caja con ‘viejas notas’.
Para nosotras, la ‘sobrevivencia’ de esas notas es extraordinaria y nos dan la oportunidad de ver hacia atrás y reflexionar.
Las hojas sueltas-manchadas por el tiempo- son anotaciones que hizo papá, durante los años en que fue Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, entre los años 1970 y 1974.
Las "notas" que compartimos nos cuentan sus experiencias durante el gobierno militar del general Carlos Arana Osorio.
Arana Osorio, fue uno de los gobernantes militares más sanguinarios de la historia reciente de Guatemala. Se le apodaba, ‘El Carnicero de Zacapa’. Ejerció el poder de manera dictatorial y autorizó la guerra.
Es el primero de una sucesión de gobernantes militares y políticos de extrema derecha, algunos de los cuales aún están activos en la política nacional. Políticos, como Alejandro Maldonado Aguirre actual presidente provisional y quien se inclinó por la extrema derecha desde inicios de los años sesentas. Maldonado fue parte del partido Movimiento de Liberación Nacional (MLN), también llamado partido de la violencia organizada.
Para más información sobre Maldonado Aguirre →
Patrick Ball (et al) en su libro, “Violencia Institucional en Guatemala, 1960 a 1996” describen aquel momento histórico de la siguiente forma:
“En noviembre de 1970, poco después de asumir la Presidencia, el coronel Arana suspendió las garantías constitucionales, declarando un estado de sitio que llegó a perdurar hasta febrero de1972.
En el área rural, dicho estado permitió que la autoridad fuera transferida de civiles electos por el pueblo a comisionados militares nombrados por el Ejército.
Esto subvirtió a la autoridad civil y contribuyó a que las tensiones políticas llegasen a brotar en muchas comunidades durante la década siguiente
(Brintnall 1979: 160)
Arana aprovechó una serie de secuestros de la insurgencia como pretexto para declarar el estado de sitio. Otra de sus preocupaciones fue la organización legal en contra de las políticas de su gobierno, en especial el movimiento que surgió para bloquear un contrato multimillonario con la empresa EXMIBAL, subsidiaria de una compañía canadiense minera que pretendía explotar las reservas de níquel del país. Varios intelectuales y políticos de la oposición consideraban el contrato como un negocio turbio destinado a regular las reservas minerales y una muestra de que la elite político-militar pretendía ejercer, en un grado sin precedente, su control del gobierno. Para acallar las protestas, Arana empleó la detención masiva y suspendió el derecho de la libre asociación. Al no cesar éstas, el Ejército ocupó la Universidad de San Carlos, el centro de oposición al negocio. Pocas horas después del fin de la ocupación, un escuadrón de la muerte asesinó al profesor en Derecho Julio Camey Herrera. Con este acto, el Estado inició un ataque sistemático en contra de ilustres intelectuales universitarios que cuestionaron el contrato. Entre las víctimas se cuenta al profesor en Derecho y diputado al Congreso, Adolfo Mijangos López, quien fue asesinado en su silla de ruedas en una transitada calle del centro capitalino.
(Fuentes Mohr 1971: 202-203; Toriello Garrido 1979).
Bajo el estado de sitio, el nivel de violencia política creció a estadios similares a los del período de 1966 a 1968.”
Arana Osorio, was one of the bloodiest military rulers of the recent history of Guatemala. He was nicknamed,
'The Butcher of Zacapa'. He ruled dictatorially, and felt he had the authority to wage war against the political opposition, and by any means. His was the first of a succession of governments of military rulers and the extreme right, some of which are still active in national politics. Most obvious of these is Alejandro Maldonado Aguirre, currently the interim president, and he who since the early sixties, has bowed by the extreme right. Maldonado was part of the political party The National Liberation Movement [MLN], or the so called “party of organized violence”.
For more information about Maldonado Aguirre (in Spanish) →
Patrick Ball (et al) in his book, "Institutional Violence in Guatemala, 1960-1996" describes that historic moment as follows:
"In November 1970, shortly after taking office, Colonel Arana suspended constitutional guarantees by declaring a state of siege that came to last until February of 1972. In rural areas, this status allowed the authority to be transferred from elected civilian to military commissioners appointed by the Army.
This undermined civilian authority and contributed to political tensions that would erupt in many communities over the next decade.
(Brintnall 1979: 160).
Arana took a series of kidnappings by armed insurgents as a pretext to declare a state of siege.
Another concern was the legal organization against the policies of his government, especially the movement that came to block a multimillion contract with EXMIBAL, subsidiary of a Canadian mining company, which that sought to exploit the country's nickel reserves.
Several intellectuals and opposition politicians felt that the contract was a corrupt deal to regulate mineral reserves, and an indication that the political and military elite sought to exercise a unprecedented degree of government control.
To quell the protests, Arana ordered mass arrests and suspended the right of free association. When these did not stop, the army occupied the University of San Carlos, the center of opposition to the business.
A few hours after the end of the occupation, a death squad assassinated law professor Julio Camey Herrera. With this act, the State began a systematic attack against leading university intellectuals who questioned the contract. Among the victims there were law professor and congressional deputy Adolfo Lopez Mijangos, who was killed in his wheelchair on a busy street in the capital's center.
(Fuentes Mohr 1971: 202-203; Toriello Garrido 1979).
Under the state of siege, the level of political violence rose to levels comparable to those of the period from 1966 to 1968. "
Dr. Rafael Cuevas del Cid - memorias del militarismo.
Dr. RafaEl Cuevas del cid - recollections of Militarism
Nota No. 1
Note No. 1
Nota No. 2
Note No. 2
Nota No. 3
Note No. 3
Maria Ruth del Rosario Cuevas Molina
Ana Lucía Cuevas Molina